viernes, 31 de julio de 2009

LAS INTERMINABLES MENTIRAS EN LOS MENSAJES DE ALAN GARCÍA: RECUENTO DE 2006, 2007 Y 2008


LAS INTERMINABLES MENTIRAS EN LOS MENSAJES DE ALAN GARCÍA: RECUENTO DE 2006, 2007 Y 2008 (*)

EL DE 2009 ES UN NOVEDOSO SICOSOCIAL; PORQUE DISTRAE A MÁS NO PODER A LOS ANALISTAS Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: CONFUSO, INCOHERENTE, DESARTICULADO, AGRESIVO, MESIÁNICO Y ... MENTIROSO. EN ESTO SÍ ES CONSECUENTE.



(*) Tomado del programa HILDEBRANDT A LAS 10 del día miércoles 29 de julio. Vídeo subido a YouTube por gerardofelipe20.

lunes, 27 de julio de 2009

LO RESCATABLE DE NSQ & NSC

Lo rescatable de NSQ & NSC; antes de su triste giro y lamentable cambio: ALAN, ALAN, y un REMIX.

Para meditar y divertirse antes del mensaje del 28.




lunes, 20 de julio de 2009

FUJIMORI CONDENADO A SIETE AÑOS Y MEDIO DE CÁRCEL POR CORRUPCIÓN EN PERÚ

Agence France-Presse - 20.7.2009 18:58 (*)

El ex presidente peruano Alberto Fujimori fue condenado este lunes a siete años y seis meses de cárcel por haber indemnizado ilegalmente con 15 millones de dólares a Vladimiro Montesinos, quien fue su brazo derecho durante su mandato, informó el tribunal que lo juzgó.

Esta es la tercera sentencia en contra del ex mandatario de 70 años que gobernó Perú entre 1990 y 2000.

Tras escuchar el fallo, Fujimori dijo que apelaba la sentencia mediante un "recurso de nulidad".

El fiscal del proceso, Avelino Guillén, quien había solicitado se le condene a ocho años de cárcel, expresó su conformidad con el fallo.

La decisión del tribunal determinó que Fujimori es culpable de los delitos de peculado y falsedad ideológica y se le ordenó además pagar una reparación civil de tres millones de soles (un millón de dólares), que deberá abonar en conjunto con tres de sus ex ministros implicados también en el caso.

La sentencia para este caso terminará de cumplirse el 11 de agosto de 2014.

Esta es una fecha simbólica porque las penas en Perú no se acumulan sino que prima la mayor. Por eso, la condena que Fujimori deberá cumplir será la de 25 años de prisión, dictada en abril pasado por violación a los derechos humanos.

Esta condena -actualmente en apelación- fue por su autoría intelectual de dos matanzas que dejaron 25 muertos en 1991 y 1992, a manos de un escuadrón clandestino del ejército durante la guerra antisubversiva, y por dos secuestros.

En diciembre de 2007, tras ser extraditado de Chile, Fujimori recibió una primera condena de seis años de cárcel, ya ratificada en última instancia, por haber ordenado el allanamiento ilegal de la vivienda de Trinidad Becerra, esposa de Montesinos.

(*)Tomado de http://noticias.latam.msn.com/pe/articulo_afp.aspx?cp-documentid=20803488

sábado, 18 de julio de 2009

Los olvidados

Los olvidados (*)

Por Martín Riepl, para Etiqueta Negra

En abril de 2009 el ex presidente del Perú Alberto Fujimori fue condenado a 25 años de prisón por ser el autor intelectual de las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta. Pero mucho tiempo antes hubo dos hombres que se animaron a atestiguar en contra del funcionario, y sus testimonios resultaron indispensables para la condena. Pero nada se supo de ellos hasta el momento. Aquí está su historia.


Foto: Claudia Alva, para Etiqueta Negra

La mañana en que iban a sentenciar a Alberto Fujimori, un hombre interesado en su condena libraba una batalla inútil contra un televisor. La señal era pésima. Fujimori lucía muy elegante frente al tribunal que durante más de quince meses lo juzgaba por el asesinato de veinticinco personas. Vestía un traje negro y una corbata oscura. El rostro parco de siempre delataba cierta ansiedad. Jugaba con un bolígrafo y evitaba ver a los jueces. A ratos tomaba notas con los labios apretados. Detrás de una mampara de vidrio, sus hijos Keiko y Kenji tenían el gesto gélido de quien se apresta a escuchar una mala noticia, la peor de todas. Los rodeaban algunos congresistas de su partido. Nadie murmuraba cuando el juez principal empezó a decir: «Este tribunal declara que los cuatro cargos objeto de imputación se encuentran probados más allá de toda duda razonable. Por consiguiente, la sentencia que se emitirá es condenatoria». La sala estaba abarrotada. Allí también estaban los familiares de las víctimas, varios observadores internacionales, periodistas, fotógrafos y camarógrafos que registraban cada detalle de la sesión. Cada cierto tiempo, los corresponsales daban cuenta del alboroto que había en los exteriores de esa base policial donde durante dieciséis meses se juzgaba al ex presidente. Una multitud de fujimoristas vestidos con sus características camisetas anaranjadas había acudido a apoyar a su líder. Grupos de activistas de derechos humanos exigían una condena ejemplar. Los policías contenían la euforia de esos dos grupos rivales. Las imágenes del juicio se transmitían a todas las cadenas internacionales de noticias. Pero se filtraban con dificultad en las laderas de un cerro de Lima, donde Justo Arizapana estaba de visita. Él, que había descubierto los restos humanos de la masacre de la Cantuta, el primer testigo del caso más contundente contra Fujimori, se esforzaba por entender con claridad la lectura de la sentencia. Quería saber si hablarían de él. Pero en las cuatro horas que duró aquella sesión histórica, como decían los comentaristas de la televisión, nadie pronunció su nombre en esa sala.

Ni siquiera en el barrio de Chosica, donde él se había escondido durante años, recordaban su verdadera identidad. Algunos vecinos que lo veían después de mucho tiempo lo saludaron llamándolo Juan. Otros le decían Julio. Otros Julián. Eran los nombres falsos que Justo Arizapana había usado durante los años en que temía que los militares lo buscarían para vengarse por lo que había hecho.

Esa misma mañana, en Comas, al extremo opuesto de la ciudad, otro testigo olvidado escuchaba la sentencia mientras preparaba una sopa en la cocina de su casa. «Nosotros pusimos ahí al presidente. A mí esto me parece como una película. He visto todo el juicio, desde que comenzó, y se ha hecho justicia», dijo Guillermo Catacora mientras revolvía la olla con un cucharón de madera. A los setenta y ocho años, él todavía atiende a una de sus hijas que sufre de retardo mental. Ella esperaba el almuerzo. Catacora dejó el cucharón y bajó el fuego. «Los mencionados delitos de homicidio calificado constituyen crímenes contra la humanidad», leía la relatora del tribunal por la televisión. Afuera hacía sol. Algunos jóvenes jugaban al fútbol en la pista. Un minuto antes del mediodía, llegó la sentencia: «…condenándolo a veinticinco años de pena privativa de la libertad, que computados desde su detención en Chile vencerán el 10 de febrero del año 2032». Fujimori saldría de prisión a los noventa y tres años. Era la primera vez que se dictaba una condena a un ex presidente en América Latina por crímenes contra los derechos humanos. Catacora, el otro hombre que ayudó a que eso fuera posible, tampoco escuchó su nombre.

¿Acaso debían aceptar el anonimato como castigo por sus actos? Semanas después de finalizado ese juicio, los dos testigos se han reunido en casa de Catacora. Allí tratan de entender este nuevo capítulo de su historia: esa mañana, el tribunal pudo haber mencionado sus nombres, pero no lo hizo. «En los juicios se necesitan pruebas y la nuestra fue la más importante –dice Justo Arizapana, que tiene el cabello muy negro y es bajo de estatura–. Sin los cuerpos no había nada. No sé por qué no nos tomaron en cuenta». Se refiere a los huesos humanos que él desenterró en un cerro de Lima, en 1993: los restos de los desaparecidos. Ahora es una mañana de mayo del 2009, y Arizapana ha regresado después de pasar algunos días en Chosica, en la sierra de Lima. Vive en casa de Catacora desde marzo, por generosidad de su amigo, a quien ayuda en su taller de artesanías. No tiene hogar propio ni esposa ni hijos. Durante el proceso a Fujimori, la sala citó a ochenta y tres personas para recoger sus testimonios, pero nunca a esos dos amigos. Ellos ya tenían su propio veredicto. «No interesan los años que le dieron [a Fujimori]. Es un asesino y por su culpa vivimos corridos muchos años», dirá Arizapana en algún momento.

Las consecuencias de su paradójico anonimato pesan en el ánimo de ambos.

–Si hubiera sabido lo que nos iba a pasar, jamás hubiera denunciado las fosas –dice Arizapana–. Todos se han beneficiado, menos nosotros.

Él exagera. Gracias a ellos, muchas personas obtuvieron justicia o celebridad. Pero también hubo otros que después de toparse con Arizapana y su hallazgo la iban a pasar mal.

Catacora pudo ser una de esas personas, pero él piensa distinto. Es un hombre alto, de cabello negro, que no aparenta su edad, salvo por unos dientes postizos que le incomodan al hablar.

–No me arrepiento de haber denunciado las fosas –dice frente a su camarada–. Lo haría de nuevo. Aún sabiendo lo que nos iba a pasar, lo denunciaría otra vez.

–¿Y por qué? –le pregunto.

–Porque los dos estamos en la historia.

Pero la historia no siempre es lo que uno imagina. A Arizapana, por ejemplo, ni siquiera lo conocen los deudos de las víctimas de La Cantuta. «Yo nunca lo he visto –me dirá días después Gisela Ortiz la hermana de uno de esos estudiantes asesinados. Es la vocera de los deudos–. Sé que él descubrió las fosas, pero no lo conozco. Si me lo han presentado, la verdad, no lo recuerdo».

¿Por qué nadie se acordaba de ellos?

(*) Tomado de http://entretenimiento.latam.msn.com/articulo_etiquetanegra.aspx?cp-documentid=20784380

sábado, 11 de julio de 2009

VIENEN TIEMPOS OSCUROS por César Hildebrandt

¿JURAIS POR ALAN Y SUS SANTOS EVANGELIOS? (*)


Vienen tiempos oscuros (**)

Por César Hildebrandt

El anuncio de “Caretas” se ha cumplido.

Tenemos un jefe de gabinete que puede considerarse “de choque”.

Si Yehude Simon era el del diálogo falsete, las actas de tinta que se hacía invisible a las dos semanas y las promesas hechas para romperse, Javier Velásquez Quesquén será el perfecto búfalo al servicio de la única causa que un cerebro como el suyo puede captar: la antropomórfica causa de Alan García.

Reconforta que el doctor García haya optado por la transparencia. Qué independientes ni qué ocho cuartos. ¡A apostar por el servicio doméstico!

Velásquez Quesquén, que dice “teníanos” cuando quiere decir “temíamos” y persiste en decir “teníanos” cuando quiso decir “teníamos”, es uno de esos apristas que Haya de la Torre habría ocultado, de pura vergüenza, en el trastero.

Y es que Velásquez Quesquén da vergüenza. No sólo es su ignorancia moldeada a la sombra de los algarrobos –cosa que sería relativamente fácil de atenuar y pasar por alto-. No es tampoco su matonería intrínseca, su vocación por la trampa, su gusto por el enjuague.

Lo más desagradable de Velásquez Quesquén es, en realidad, su alanismo sin tregua, ese fanatismo privado y cánido –con perdón de Rin Tin Tin- que lo conduce a gritar como energúmeno cada vez que alguien menciona las palabras “robo”, “latrocinio”, “Frontón”, “fideicomiso”, “tren”.

Velásquez Quesquén es un peón sin escrúpulos del despacho presidencial. Y ahora lo premian con algo que lo convierte en comandante en jefe del área de servicios. Nadie en Chiclayo imaginó que llegaría tan lejos.

¿Qué nos quiere decir el doctor García con el nombramiento de Velásquez Quesquén?

Que las cosas siempre pueden empeorar. Que, además, se vienen tiempos confrontacionales. Que el gobierno “recuperará la autoridad” a punta de dureza. Que las mesas de diálogo pasan a la cuarentena. Y que la bufalización del gabinete es el anuncio de que la campaña electoral para el 2011 será, desde el gobierno, una de las más sucias de los últimos tiempos. García quiere cumplir esa promesa de que no podrá imponer a un candidato pero que sí puede impedir que la gente vote por alguien que no pertenezca “al sistema”.

Que se diga que Rafael Rey va a Defensa ya es de por sí una humorada digna del mejor Ugo Tognazzi. Y que un vocero de Yanacocha sea mencionado como posible ministro de Energía y Minas da una idea del descaro al que vamos llegando. Lo único que me falta oír a la hora en que escribo estas líneas es que Marcelo Odebrecht, nacionalizado como Baruch Ivcher, irá a Sedapal y que “la mecánica del folclore” so montará en el ministerio de la Mujer.

En todo caso, lo que está a estas alturas confirmado ya es suficiente: el impresentable Velásquez Quesquén será “primer ministro”. La respuesta alanista a su caída en las encuestas y al naufragio del gabinete Simon es mano dura, sectarismo y adulación. Con Velásquez Quesquén todo eso está garantizado. Aparte, claro está, de mano libre para el ingreso de apristas a la administración pública y de manejos mafiosos en relación a la prensa. Tiempos oscuros los que se vienen.

Más aquí: http://desdelamazonialoretana.blogspot.com/2008/07/alan-y-fujimori-gobiernan-el-per-qu.html
(*) Tomado de http://heduardo.blogspot.com/2009/07/jurais-por-alan-y-sus-santos-evangelios.html
(**) Tomado del diario LA PRIMERA, edición del día sábado 11 de julio de 2009.

sábado, 4 de julio de 2009

LA QUINTA RUEDA por César Hildebrandt

¿¡QUE NO HAY NATIVOS AMAZÓNICOS DESAPARECIDOS!? LAMENTABLEMENTE, LA REALIDAD DE LOS HECHOS Y LAS PRUEBAS NO ACEPTADAS, DICEN TODO LO CONTRARIO.
¿CUÁL ES LA RAZÓN DEL APURO PARA QUE EL GOBIERNO NACIONAL TOME COMO SUYO ESTE INCOMPLETO INFORME DE LA DEFENSORÍA DEL PUEBLO?.
Y AHORA VIENE LA VERGONZOSA COMPARSA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN AL SERVICIO DEL PODER, QUE HARÁN ECO DE LO INDEFENDIBLE.
COMO TODO LO QUE HASTA AHORA SIGUEN DEFENDIENDO: EL OCULTAR LA VERDAD Y LA REALIDAD.

nOTA DeL BlOGgER.

LA QUINTA RUEDA (*)

por César Hildebrandt

No sé en qué año de qué década de cuál siglo ocurrió. Lo que sí sé es que ocurrió. Ocurrió que la prensa dejó de ser el cuarto poder para convertirse en la quinta rueda.

¿Fue porque era muy caro investigar y había que reducir costos, como proponen algunos ingenuos?

¿Fue porque el público había dejado de ser aquella masa urgida de información y conocimientos que irrumpió en la historia a comienzos del siglo XIX?

Lo cierto es que ocurrió.

Y hoy asistimos al panorama mundial de una prensa en crisis.

Algunos pretenden decir que la crisis la ha traído el Internet. No es así. Y no es así porque los contenidos de la red reflejan los mismos problemas que aquejan a la prensa tradicional: banalidad, sesgo ideológico, una buena dosis de indigencia intelectual, intromisión de la opinión en la información.

Por lo tanto, si la prensa tradicional y el Internet han contraído la misma enfermedad es que el paciente es el concepto mismo del periodismo.

Y el primer problema de un paciente es aceptar que es paciente y no médico.

Y eso es algo que el gremio periodístico no aceptará fácilmente.

Habrá que decirlo: el drama mayor de la prensa lo aportan los periodistas.

Y en la prensa peruana eso ya no es sólo evidente sino clamoroso.

Convertidos en empleados de sus dueños y en voceros de intereses que ni por asomo representan, miles de periodistas peruanos se han dedicado al arte de sobrevivir.

Y si para sobrevivir deben manipular la información, alterar los hechos, construir investigaciones difamatorias y a ratos canallas, pues lo hacen con tal de recibir –a veces con retrasos humillantes- la maldita quincena de Fausto.

Y si para sobrevivir deben aceptar que los dueños del medio impongan sus listas negras de réprobos y sus listas blancas de intocables, pues las aceptan.

Y si para sobrevivir deben olvidarse de todo lo que realmente importa y dedicarse al oficio de embrutecer al público –un oficio que antes cumplían las dictaduras y las radionovelas-, pues se olvidan.

Hay excepciones, claro. Son ellas las que justifican seguir comprando periódicos y viendo algo de televisión y escuchando una poca radio.

Pero la regla general es el escapismo y la desinformación. El principio de la mayor parte de la prensa actual es no tener principios sino publicidad, rating, mercadeo de chucherías que acompañan cada edición.

Según las últimas cifras creíbles, proporcionadas por una empresa dedicada al menester de medir lectorías y audiencias, el diario de más éxito en el Perú se llama “Trome”, un periódico que jamás habría podido concebir don Luis Miró Quesada de la Guerra –el último director histórico de “El Comercio”-.

Eso lo dice todo. Pero ese fenómeno no es sólo peruano.

En otros países, quizá con menos alegría suicida, está sucediendo lo mismo: la gran prensa abandona los grandes temas para ocuparse de la crítica menuda, de la contestación secundaria; un simulacro de descontento quiere hacerse pasar por cuestionamiento, un aplazamiento crónico de la agenda que realmente podría interesar se convierte en norma de conducta. La homogenización “liberal” del mundo exige la pasteurización de la prensa de masas. O sea que está permitido decir que los bancos estadounidenses recibieron demasiados auxilios financieros. Lo que no se puede decir es que el modelo, el sistema, la concepción raigal del desarrollo basado en el frenesí del consumo resultan ya insostenibles. Se puede decir que la orquesta estuvo mal. Pero nadie puede meterse con la idiota y criminal partitura que nos ha llevado a poner en riesgo el planeta.

En este mundo sin utopías, la prensa ha oficiado de sicaria. Y ha llegado a ser, como lo demuestra el día a día, cajón de sastre de odios ínfimos, anécdotas de marginales, basura colorida, cadáveres en el asfalto. Todo con tal de no hablar del gran asunto: el delicado asunto del dinero.

Del dinero que ata, que amordaza y que esclaviza. Una prensa con cada día menos lectores –las excepciones peruanas son “Trome”, “Ajá” y “El Popular”- tiene que vivir de la publicidad. Y la publicidad condiciona, aunque ésta sea una verdad que la mayor parte de los periodistas tratará de negar.

Y si no es la publicidad, será el dinero negro, el subsidio remoto, el raro mecenazgo...o la quiebra y el cierre. No hay más opciones.

Bueno, hay otra: la de pagar sueldos miserables y con retraso (cuando no en cuotas y sin gratificaciones). Pero lo que se logra con eso es un periodismo ideológico e informativamente desarmado.

Muchos periodistas peruanos son capaces de contar con bríos y talento las cuitas de otros. Pero alguna vez deberían de contarnos las suyas: las presiones del poder económico, las amistades contaminantes, las planillas que cubrir, la letra pequeña de la publicidad. En suma, lo difícil que resulta mantener la independencia y mirar de frente al verdadero patrón de la prensa: el interés público.

(*) Tomado del diario LA PRIMERA, edición del día viernes 3 de julio de 2009.