martes, 28 de diciembre de 2010

CONTRA LA MANIPULACIÓN: LEA Y DIFUNDA por Guillermo Giacosa (*)

Boaventura de Sousa Santos, sociólogo y profesor de la Universidad de Coimbra (Portugal) y de Wisconsin
(EE.UU.), es un respetado científico social. Su análisis sobre la última reunión del G-20 merece que intentemos una síntesis. Boaventura opina que la última reunión del G-20 fue un fracaso total. “Llegó a ser desgarradora –dice– la pérdida de credibilidad de los Estados Unidos como supuesta economía más poderosa del mundo, así como la forma en que intentó acusar a China de comportamientos monetarios finalmente tan proteccionistas como los de ellos. La reunión mostró que el ‘orden’ económico financiero, creado a fines de la Segunda Guerra Mundial, está colapsando y que se prevé la aparición de graves conflictos comerciales y monetarios. Curiosamente estos conflictos no tienen eco en la opinión pública mundial y, en cambio, casi por todas partes los ciudadanos están siendo bombardeados por las ideas de crisis, de austeridad, de sacrificios compartidos”.

"La reunión mostró que el ‘orden’ económico financiero, (...) está colapsando y que se prevé la aparición de graves conflictos comerciales y monetarios. Curiosamente estos conflictos no tienen eco en la opinión pública mundial y, en cambio, casi por todas partes los ciudadanos están siendo bombardeados por las ideas de crisis, de austeridad, de sacrificios compartidos.”

El reconocido especialista continúa: “¿Qué hay detrás? Quien tome por reales los discursos de los organismos financieros internacionales y de la gran mayoría de los gobiernos nacionales, tenderá a creer que todos somos culpables de la crisis porque todos –ciudadanos, empresas y Estados– vivimos por encima de nuestras posibilidades y endeudándonos en exceso; las deudas deben ser pagadas y el Estado debe dar el ejemplo. Como subir los impuestos agravaría la crisis, la única solución es recortar los gastos estatales reduciendo los servicios públicos, despidiendo empleados, bajando salarios y eliminando prestaciones sociales. Estamos entonces en un período de austeridad que alcanza a todos y para enfrentarlo debemos aguantar el sabor amargo de una fiesta en la que nos arruinamos y que ahora terminó. Las diferencias de pensamiento ya no cuentan: lo que cuenta es el imperativo de la salvación nacional, y los políticos y sus propuestas tienen que unirse en un amplio consenso que ocupe el centro del espectro ideológico”.

Ayer iniciamos la síntesis de un artículo del sociólogo Boaventura de Souza Santos. Publicábamos que el autor afirma que el pensamiento oficial tiende a endosarnos parte de la culpa en la crisis que vivimos y trata de ocultar que el 'orden’ económico financiero, creado a fines de la Segunda Guerra Mundial y ya fuertemente afectado tras la década de 1970, está colapsando y que se prevé la aparición de graves conflictos.

Esta 'realidad’ solo es real en la medida en que encubre aquella otra de la que el ciudadano común tiene una idea difusa que reprime para no ser llamado ignorante o loco. Lo cierto es que “la crisis fue provocada por un sistema financiero desproporcionado, desregulado, escandalosamente lucrativo y tan poderoso que, cuando explotó y provocó un inmenso agujero en la economía mundial, consiguió convencer a los Estados de que lo salvaran de la bancarrota y le llenaran las arcas sin pedirle cuentas. De esta manera los Estados, ya endeudados, se endeudaron aún más y tuvieron que recurrir al sistema financiero que acababan de rescatar y este, como las reglas de juego no habían sido modificadas, decidió que solo prestaría dinero bajo condiciones que le garantizaran fabulosas ganancias hasta la próxima explosión”.

Boaventura de Souza Santos continúa: “La preocupación por las deudas es importante pero si todos son deudores (familias, empresas y Estado) y nadie puede gastar, ¿quién va a producir, crear empleo y devolver la esperanza a las familias? En este escenario, el futuro inevitable es la recesión, el aumento del desempleo y la miseria de casi todos. La historia de los años 30 del siglo pasado nos dice que la única solución es la inversión del Estado, la creación de puestos de trabajo, los impuestos a los más ricos y la regulación del sistema financiero. Y hablar del Estado es hablar de conjuntos de Estados, como la Unión Europea y el Mercosur”.

Y agrega: “Solo así la austeridad será para todos y no apenas para las clases que más dependen de los servicios estatales”.

Seguimos reproduciendo el texto del sociólogo Boaventura de Souza Santos: “La crisis fue provocada por un sistema financiero desproporcionado, desregulado, escandalosamente lucrativo y tan poderoso que, cuando explotó y provocó un inmenso agujero en la economía mundial, convenció a los Estados de que lo salvaran de la bancarrota y le llenaran las arcas sin pedirle cuentas. De esta manera, los Estados, ya endeudados, se endeudaron aún más, tuvieron que recurrir al sistema financiero que acababan de rescatar y este decidió que solo prestaría dinero bajo condiciones que le garantizaran fabulosas ganancias, hasta la próxima explosión. El futuro inevitable es la recesión, el aumento del desempleo y la miseria de casi todos”.

“Cambiar este rumbo no parece posible en la actualidad y no lo es por decisión política de quienes controlan el sistema financiero e, indirectamente, de los Estados. Esa decisión consiste en empobrecer aún más al aparato estatal, liquidar al Estado de bienestar donde aún existe, debilitar al movimiento obrero para que los trabajadores acepten las condiciones laborales y los salarios impuestos por los patrones. Como el Estado es un empleador menos autónomo y como las prestaciones sociales son implementadas a través de servicios públicos, el ataque debe centrarse en la función pública y en quienes dependen de ella. Para los que controlan el sistema financiero es prioritario que los trabajadores dejen de exigir una cuota decente de la renta y, para eso, deben eliminar los derechos conquistados”.

“El objetivo es volver a la política de clase pura y dura, o sea, al siglo XIX. Esa política conduce a la confrontación social y la violencia. Como muestran las recientes elecciones en EE.UU., la crisis económica, en lugar de instar a las diferencias ideológicas a disolverse en el centro político, las profundiza y las empuja hacia los extremos. Debemos reconstituir las fuerzas políticas, reinventar la movilización social y proponer alternativas para la reforma política y la refundación democrática del Estado”.

Artículo relacionado: CRISIS FINANCIERA: PRIVATIZANDO LAS GANANCIAS, SOCIALIZANDO LAS PÉRDIDAS.

(*) Tomado del diario PERÚ.21, ediciones del 6, 7 y 8 de diciembre de 2010.