sábado, 10 de enero de 2009

PERÚ: UNA REPÚBLICA QUE VIVE AL FILO DE LA NAVAJA

PERÚ: UNA REPÚBLICA QUE VIVE AL FILO DE LA NAVAJA

Soy consciente de haber cometido dos errores en mi vida como ciudadano: el primero, a los 20 años al debutar emocionado para votar y elegir como presidente de la república a un imberbe y locuaz Alan García Pérez. El segundo, fue volver a votar por García en lugar de Humala.

La primera vez que lo hice, fue por cierta e indirecta influencia familiar (mis padres son apristas de corazón, pero ahora ya casi arrepentidos) y por mis lecturas de la colección casera de los libros de Haya de la Torre; así como de creer las promesas de cambio y de un futuro diferente de parte del candidato García.

Esta segunda, y última vez, lo hice porque había conocido a Ollanta en los diálogos con los partidos regionales y me dio una pésima primera impresión (soberbio, arrogante e ignorante de la realidad Amazónica); y, de nuevo, había caído en la ingenuidad de volver a creer en las promesas progresistas de Gabriel Pérez. No tenía otra alternativa.

La gestión y gobierno de una república democrática, se ejecuta con una visión de estadista; con una clara concepción de lo que se desea, de manera integral, para un país. A riesgo de parecer reiterativo pero que ahora se siente que se hace necesario; debo decir que una democracia separa los poderes y respeta su institucionalidad; respeta a sus ciudadanos, los protege, respeta sus libertades y hace que se respeten sus derechos constitucionales. Las políticas de Estado, se hacen realidad con la aplicación comprometida y honesta de las politícas de gobierno. El gobierno hace sentir y acerca al ciudadano, la presencia y la seguridad que el Estado le debe brindar.

Yo no voté por lo que estamos viviendo ahora. Se privilegia el crecimiento económico, vulnerando los derechos civiles y humanos para mantener este statu quo. Lo que deseo es desarrollo integral, en el que el crecimiento económico es una de las tantas variables a tenerse en cuenta.

Y lo que está ahora viviéndose en el Perú, es un remedo de democracia: los poderes del Estado y sus instituciones, están siendo manejados cuales títeres para saciar los apetitos fascistoides y dictatoriales del gobierno nacional. Como en los peores tiempos del fujimorato, se cuelgan en los quiscos los titulares de los periódicos basura, digitados por el poder fáctico con el objetivo de mantener estupidizado y en la ignorancia a la mayoría ciudadana que carece de una mejor capacidad de percibir y analizar la realidad que vivimos. Y se persiguen a dirigentes y medios de comunicación opositores, para pretender acallarlos mediante juicios írritos y anticonstitucionales; esperando atemorizarlos con inconstitucionales acusaciones de terrorismo internacional, basados en pruebas y argumentos sin ningún sustento.

Vergüenza ajena e indignación genera este gobierno aprista, que pretende tratarnos como estúpidos, fronterizos e ignorantes del manejo de la cosa pública. Es tal la putrefacción en su interior, que su único interés es proteger a todos los involucrados en actos de corrupción. Se han olvidado de gobernar como la decencia, la tolerancia y el compromiso con el pueblo manda. Una vez más, le solicito al gobierno nacional que acabe con sus inútiles psicosociales que a nadie impacta ni distrae, pero nos tiene hastiados: Magaly Medina, Teletón, Venta de inmuebles, aumento de sueldos ministeriales, detención de interceptadores telefónicos (justo ahora que la debilitada Comisión investigadora del Congreso presentará su dictamen acerca del llamado caso Petroaudios o Petrogate, en el que están involucrados un sinnmúmero de funcionarios apristas y filo apristas, e incluye al presidente del gobierno nacional), y un largo etcétera.

Si desea culminar su mandato, esta impresentable gestión aprista debe -simple y llanamente- dedicarse a gobernar como mandan la seriedad, el sentido común y la responsabilidad democrática. Lo contrario es esperar una inevitable e imparable explosión social, que corrija y termine esta triste y penosa pesadilla social.

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