viernes, 6 de mayo de 2011

¡Mamita! ¡Los psicosociales! (*)

Los peruanos estamos acostumbrados a los psicosociales. Durante el gobierno de Fujimori y Montesinos, el uso y abuso de campañas de miedo y desinformación fue moneda corriente. Durante los periodos electorales, los psicosociales se hacen más intensos. En el 90, se acusó a Vargas Llosa de ateo, pornógrafo y drogadicto. En el 2000, la prensa fujimorista destruyó la imagen de Alberto Andrade y Luis Castañeda acusándolos de corruptos e incapaces. Ahora, la campaña para la segunda vuelta entre Keiko Fujimori y Ollanta Humala será sin duda escenario de nuevos psicosociales, que podrían ser más audaces que sus predecesores.

Stucchi y Ladd analizaron los psicosociales durante el gobierno de Alberto Fujimori, y siguiendo a J.A.C. Brown (Técnicas de persuasión, 1963), identificaron una serie de técnicas usadas por el régimen fujimorista para su introducción y difusión. Entre estas técnicas tenemos el empleo de estereotipos, la selección de la información que resaltarán y ocultarán los medios de comunicación, la mentira abierta, la repetición continua (“miente, miente, que algo queda”), la afirmación (no sustentar las afirmaciones sino presentarlas como verdades incuestionables), y señalar a los enemigos que están en contra de los intereses de la patria.

Además de los ataques a los adversarios, los psicosociales introducen también mitos sobre las ventajas de las opciones políticas que defienden. Así, siguiendo a Stucchi y Ladd, en la época fujimorista los mitos eran que “el chino” era el único capaz de gobernar al Perú, que el país necesitaba un gobierno fuerte, que la oposición desprestigia al Perú, que Fujimori no era político, que lo apoyaban las mayorías, etc. Y los objetivos de los psicosociales eran tres: distraer a la opinión pública, exaltar la imagen del gobierno y desprestigiar a la oposición. Todo esto se llevó a cabo, claro está, con la colaboración cómplice y bien remunerada de los medios comprados por el régimen.

Lamentablemente, estas técnicas, mitos y objetivos vuelven a cobrar vigencia en la campaña electoral actual. Buena parte de la prensa escrita, radial y televisiva se ha alineado nuevamente con el fujimorismo. Defendiendo a viva voz la “libertad de expresión”, vemos que varios medios y periodistas –no todos, felizmente– se prestan para estereotipar a Humala como un militar socialista, financiado por oscuros intereses, a quien no se le puede creer nada, ya que su verdadera intención es aplicar medidas estatizantes en lo económico y autoritarias en lo político. Se resaltan las críticas al candidato y se ocultan las explicaciones de su entorno frente a las mentiras abiertas que se lanzan sobre él. Es decir, las mismas técnicas descritas por Brown.

Lo más sorprendente, sin embargo, no son las críticas directas a la persona de Humala, sino los mitos que se vienen insertando en el debate público sobre los efectos que tendría un eventual gobierno de Gana Perú. Para empezar, que de llegar al poder nos regresará por un túnel del tiempo a la época velasquista (35 años no han pasado en vano, se repetirán las mismas medidas y el país estará igual a como estaba en 1975). Además, al llegar al poder estatizará empresas, lo que sería nefasto para la economía, (a pesar de que el Plan de Gobierno no incluye la palabra estatización, y del hecho de que empresas estatales ya inviertan en el país, como la brasileña PETROBRAS, la chilena ENAP –accionista de los grifos PRIMAX-, la colombiana Ecopetrol y un largo etcétera). Otra movida notable: Humala te quitará tus aportes a las AFP (he revisado el Plan y no vi en ninguna parte que le quitará los aportes a nadie, aunque no es claro de dónde saldrán los recursos para Pensión 65).

Pero estos son los psicosociales que llegan a los medios, tenemos también otros que no suben a esa superficie, y que son transmitidos por redes sociales, a través de empresas, vía la Iglesia, y otros espacios de socialización. El más notable que he escuchado hasta ahora: si gana Humala, tus hijos son propiedad del Estado desde que tienen tres años. ¿Acaso no amas a tus hijos? ¿Permitirás que te los arrebaten los comunistas? Este tema no debiera siquiera recibir comentarios, pero me limito a decir que fue ya una patraña de los opositores a Chávez en Venezuela (sin ánimos de defender a Chávez, quien no me simpatiza para nada). Acá lo importante es introducir ideas a través de redes informales, que no se pueden probar pero que generan miedo. “¿Y si fuera cierto? No estoy dispuesto a arriesgar a mis hijos”.

Lo más preocupante es que, aparentemente, todavía no hemos visto lo peor. La Primera denunció el 23 de abril que se vienen una serie de nuevos psicosociales en contra de la candidatura de Humala. Entre los nuevos mensajes tendremos que Ollanta tiene diversas propiedades (este político profesional, si quiere defender a los pobres, tiene que ser pobre), que ha visitado las embajadas de Venezuela y Cuba (no importa que haya visitado también las de Brasil o la de EEUU), que miembros de su entorno como Chehade y Salomón Lernes G. están involucrados en actividades dudosas (prefiero no hacer comentarios aquí sobre el entorno de Keiko), y se indica además, que se ha juntado una bolsa de dinero para difundir estos mensajes y para… contratar a Jaime Bayly para que conduzca un programa de señal abierta que destruya la imagen de Humala. El pasado domingo Bayly se dedicó precisamente a eso: demoler a Humala. Tuvo sus picos de rating en los sectores A y B.

Así que ya estamos avisados. La campaña de miedo desatada por la derecha neo-fujimorizada, esta vez de la mano del grupo El Comercio, no será de miedo sino de terror. Agárrense bien, que ahora sí arreciará la campaña contra Ollantanás.

(*) Tomado de
ANTIPRENSA

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