Con Yván nos conocemos desde hace muchísimos años. Desde la época en la que estaba por crear el partido regional FUERZA LORETANA. Por aquel tiempo, me invitó a su otrora oficina del grifo Astoria (una añeja y agradable casa de madera), para compartirme, entre otras cosas, que había elaborado el ideario de FL; y que en México había conocido a Miguel Ángel Cornejo y Rosado y deseaba invitarlo a Iquitos. Y se sentía orgulloso de haber traído lo último de su colección (unos libros y un estuche con cassettes. Sí. No se rían. En TIC's, lo último eran los diskettes).
Para lo primero, me pidió que lo leyera y le diera algunas sugerencias si las tuviera. Para lo segundo, le pedí que me prestara la colección para fotocopiar los libros y copiar las cintas, lo cual hice con prontitud. De aquí nace el nombre de mi promoción de la Escuela de Administración de la UNAP: MIGUEL ÁNGEL CORNEJO Y ROSADO.
Por distintas razones (entre ellas, la de haber militado en UNIPOL, cuya figura más visible fue su antecesor llevado por nosotros a la presidencia de la Región, y con quien mantiene una encarnizada rivalidad; así como -desconozco por qué-, la de advertir sobre mí a distintas personas), no sabría decir si es que es amigo mío. Sin embargo, como a todo adversario político, lo respeto como persona.
Todo este rollo es para graficar de manera muy resumida, acerca de la capacidad e inteligencia de una persona, como para dejarse llevar por flagrantes y evidentes errores que lindan con la comisión de hechos que contravienen las leyes vigentes. Y que le podría costar un alto precio político y personal.
Grave es el error de haber creado una empresa ad hoc para que oficie de las veces de institución financiera intermediaria (IFI), y se le haya dado ingentes fondos del Canon petrolero para ser depositados en la cuenta de dicha empresa, con el costo del 3% por las colocaciones crediticias. Grave error porque tiene a la mano a FONDELOR que la pudo (y aún puede) convertir en el brazo financiero del Gobierno Regional.
Los artículos 1º y 2º de la Ley Nº 26385 (que el chiquitín de las grandes ideas quiso derogar desde el Congreso, olvidándose que él se debe a la Región Loreto), autoriza al Gobierno Regional a disponer de los recursos del 12 por ciento del Canon petrolero y destinarlos a Programas Promocionales de Crédito a los Productores Agrarios, Pecuarios y Pesqueros, canalizados vía Convenios u otros mecanismos con la correspondiente tasa de interés. Es decir, se puede otorgar financiamiento (créditos) vía mecanismos alternativos, a aquellas personas que tienen limitadas posibilidades de ser consideradas sujetos de crédito por la banca comercial, sobre todo por las actividades que desarrollan.
Cuando la norma se refiere a "Convenios u otros mecanismos", no especifica que debe ser necesariamente a través de una IFI pero tampoco dice que puede ser cualquier empresa. Y la aplicación de una tasa de interés, tiene la finalidad que el dinero mantenga su valor, lo cual no equivale a participar en el Sistema Financiero Nacional. La participación de una IFI, implica asumir elevados costos por sus servicios (muy limitados por cierto, como lo fueron la Caja Maynas y la Caja Rural, en su momento).
Estos elevados costos podrían ser ahorrados si los recursos del Canon Petrolero fueran administrados directamente por una institución dependiente del Gobierno Regional de Loreto, como podría ser el Organismo Público Regional Descentralizado (OPRD) FONDO DE DESARROLLO DE LORETO - FONDELOR.
Mediante convenios apropiados, se podrían usar las sedes que el Banco de la Nación tiene en los distritos loretanos para que FONDELOR use un espacio, allí en donde el Gobierno Regional esté ausente.
La misma sugerencia que ahora se plantea, fue presentada al anterior Presidente Regional. Fue, como es obvio, lamentablemente desoída.
A quienes deseamos lo mejor para los ciudadanos de nuestra Región Loreto, nos alberga la esperanza de que una luz, aunque sea pequeña, ilumine a quienes están por ahora a cargo del Gobierno Regional, y procedan a subsanar este gravísimo error. De buena Fe, deseo creer que ha sido un involuntario error. De buena Fe deseo creerlo.