Encuestas, prensa y Apra
por César Hildebrandt (*)
La baja en la popularidad de Alan García no está en relación proporcional al apoyo que buena parte de la prensa le brinda.
El diario “El Comercio”, por ejemplo, es un bastión del régimen que terminó pensando como sus editorialistas, escribiendo como sus colaboradores y demonizando a los adversarios como sus fantasmas de siempre.
¿Qué escribió “El Comercio” al día siguiente del último paro?
Escribió lo siguiente: “En Lima (el paro) fue casi nulo y en el interior se apeló a desmanes y bloqueos para forzar una paralización con consecuencias graves en heridos y destrozos de propiedad pública” (Editorial del 13 de julio del 2008).
En resumen, para “El Comercio” no hubo paro sino chantaje extremista y violencia. Sin embargo, como la consistencia es escasa virtud en la página editorial del diario en cuestión, a párrafo seguido se admite que algo de protesta hubo (y a escala nacional). Ahora, claro, esos reclamos no estaban dirigidos en contra del régimen solamente: “...las protestas no solo fueron contra el Poder Ejecutivo, sino también contra la ineficiencia y desidia de los gobiernos regionales y locales, así como contra el Congreso, todos los cuales deben asumir su responsabilidad”.
¿Ya ven? El paro fue un fracaso pero fracaso y todo –dizque “El Comercio”- el Ejecutivo, los gobiernos regionales y locales y hasta el Congreso “deben asumir su responsabilidad”. ¿Qué responsabilidad, si el paro fue un desastre proletario y un duro golpe para la CGTP? No es que Aristóteles sea amigo de “El Comercio”, como se ve.
Cuando “El Comercio” indaga en las motivaciones de la “abortada” movilización popular encuentra que la principal de ellas es “la opinión de los principales involucrados (que) reacciona frente a la intención de modernizar el país”. Y esa modernización tiene nombres, según el diario. Esos nombres son la llamada “ley de la selva”, la de utilidades mineras “y las normas sobre propiedad y venta de tierras comunales...”
¡Ajá! Es la teoría del perro del hortelano bryceanamente copiada en el editorial de “El Comercio”: los que protestan quieren oponerse a la modernización del país. Y esos protestantes resultan azuzados por la izquierda anarcoide de siempre.
Así lo dice “El Comercio”: “...somos conscientes de la persistencia de grupos radicales, felizmente minoritarios, a quienes molestan los avances del país, y que deben ser desenmascarados, denunciados y sancionados con los instrumentos que provee el Estado de derecho”. Entre esos instrumentos, como se sabe, está el uso de las armas y las nuevas leyes que tienden a criminalizar la protesta social.
¿Le ha servido de algo al gobierno un apoyo como el de “El Comercio”?
Viendo las últimas cifras de la Universidad Católica, las que sitúan en 31% el apoyo al régimen, se diría que de poco.
¿Le sirve de mucho al doctor García el control evidente que ejerce sobre la televisión y la tierna comprensión que la radio, en general, le dispensa?
No parece que le sirviera de mucho, aunque la verdad es que el padrinazgo de la TV y la radio, los medios más poderosos por su influencia, sí están evitando un deterioro mayor de las cifras que las encuestas están revelando. Se diría que sin una TV y una radio tan amigas, la aceleración del descenso gubernamental en los sondeos de opinión llegaría a la velocidad de las desgracias.
Lo que no se ha dicho en relación a las encuestas es que éstas no apuntan sólo a Alan García sino al Apra y a sus más rudos mentores.
Nadie se ha preguntado, por ejemplo, cuál ha sido el aporte de Mauricio Mulder en la caída de la popularidad del régimen.
En opinión de este columnista, el “factor Mulder” ha sido devastadoramente decisivo. En las últimas semanas, este desaforado operador de la calle Alfonso Ugarte ha puesto a Montesinos como fuente de la verdad, ha reconocido que –violando la ley de bancarización- pagó al contado 18,000 soles a Canal 4 por la difusión del inmundo spot montesinista, no ha aclarado el enredo del Pnud apareciendo como facturador y se ha permitido acusar a la CGTP de estar implicada en un plan subversivo para “bolivianizar al Perú”.
Pocas veces se ha visto una densidad mayor de metidas de pata, cinismo profesional, sentimiento de impunidad y voluntad de provocación.
Para atenuar el asco producido por el uso de Montesinos, Mulder se ha preguntado: “Cuando Montesinos imputa a Fujimori el haber ordenado el asesinato de los estudiantes de La Cantuta, ¿eso es verdad o es mentira?”. Y en seguida argumenta que si creemos en esas palabras también deberíamos asumir como verdad lo que Montesinos dice sobre la presunta cobardía del Sutep durante la dictadura.
¿Qué torpezas estará adquiriendo Mulder para argumentar de esa manera? Porque, precisamente, lo que no dice Montesinos es que Fujimori ordenó matar a los estudiantes de La Cantuta. Como géiser de mentiras, Montesinos vocifera o susurra mendacidad sin pausa alguna. Por lo tanto, a Montesinos sólo podemos juzgarlo por los hechos que lo comprometen y por el cúmulo de indicios que lo sindican como el más sombrío asesor de la banda encabezada por Alberto Fujimori, banda a la cual se acercó Agustín Mantilla y a la que ahora se ha aproximado el secretario general del Apra ¡ante el silencio anuente de casi toda la gran prensa!
Pero el telón de fondo de las cifras en las encuestas es la subida anualizada del precio de los alimentos, que ya va por el 9,5%. Es cierto que en eso hay un componente exterior, pero es también cierto que todo sería más manejable si el gobierno hubiera puesto a la agricultura nacional entre sus prioridades. Por lo menos si la hubiera puesto al mismo nivel en el que se encuentra su explícita vocación pro chilena.
Y, por si acaso, al despedirse del puesto, el ex ministro de economía Luis Carranza ha admitido con todas sus letras: “Ahora tienes un contexto en el cual la inflación es una amenaza...”
Un mensaje nada cifrado en relación al gasto público mal hecho y a punto de desbocarse. Un gancho de derecha que nos remite al exterminio del Inti como moneda. Un recuerdo que ojalá no sea del futuro.
(*) Columnista. Tomado del diario La Primera, edición del día domingo 20 de julio de 2008.
por César Hildebrandt (*)
La baja en la popularidad de Alan García no está en relación proporcional al apoyo que buena parte de la prensa le brinda.
El diario “El Comercio”, por ejemplo, es un bastión del régimen que terminó pensando como sus editorialistas, escribiendo como sus colaboradores y demonizando a los adversarios como sus fantasmas de siempre.
¿Qué escribió “El Comercio” al día siguiente del último paro?
Escribió lo siguiente: “En Lima (el paro) fue casi nulo y en el interior se apeló a desmanes y bloqueos para forzar una paralización con consecuencias graves en heridos y destrozos de propiedad pública” (Editorial del 13 de julio del 2008).
En resumen, para “El Comercio” no hubo paro sino chantaje extremista y violencia. Sin embargo, como la consistencia es escasa virtud en la página editorial del diario en cuestión, a párrafo seguido se admite que algo de protesta hubo (y a escala nacional). Ahora, claro, esos reclamos no estaban dirigidos en contra del régimen solamente: “...las protestas no solo fueron contra el Poder Ejecutivo, sino también contra la ineficiencia y desidia de los gobiernos regionales y locales, así como contra el Congreso, todos los cuales deben asumir su responsabilidad”.
¿Ya ven? El paro fue un fracaso pero fracaso y todo –dizque “El Comercio”- el Ejecutivo, los gobiernos regionales y locales y hasta el Congreso “deben asumir su responsabilidad”. ¿Qué responsabilidad, si el paro fue un desastre proletario y un duro golpe para la CGTP? No es que Aristóteles sea amigo de “El Comercio”, como se ve.
Cuando “El Comercio” indaga en las motivaciones de la “abortada” movilización popular encuentra que la principal de ellas es “la opinión de los principales involucrados (que) reacciona frente a la intención de modernizar el país”. Y esa modernización tiene nombres, según el diario. Esos nombres son la llamada “ley de la selva”, la de utilidades mineras “y las normas sobre propiedad y venta de tierras comunales...”
¡Ajá! Es la teoría del perro del hortelano bryceanamente copiada en el editorial de “El Comercio”: los que protestan quieren oponerse a la modernización del país. Y esos protestantes resultan azuzados por la izquierda anarcoide de siempre.
Así lo dice “El Comercio”: “...somos conscientes de la persistencia de grupos radicales, felizmente minoritarios, a quienes molestan los avances del país, y que deben ser desenmascarados, denunciados y sancionados con los instrumentos que provee el Estado de derecho”. Entre esos instrumentos, como se sabe, está el uso de las armas y las nuevas leyes que tienden a criminalizar la protesta social.
¿Le ha servido de algo al gobierno un apoyo como el de “El Comercio”?
Viendo las últimas cifras de la Universidad Católica, las que sitúan en 31% el apoyo al régimen, se diría que de poco.
¿Le sirve de mucho al doctor García el control evidente que ejerce sobre la televisión y la tierna comprensión que la radio, en general, le dispensa?
No parece que le sirviera de mucho, aunque la verdad es que el padrinazgo de la TV y la radio, los medios más poderosos por su influencia, sí están evitando un deterioro mayor de las cifras que las encuestas están revelando. Se diría que sin una TV y una radio tan amigas, la aceleración del descenso gubernamental en los sondeos de opinión llegaría a la velocidad de las desgracias.
Lo que no se ha dicho en relación a las encuestas es que éstas no apuntan sólo a Alan García sino al Apra y a sus más rudos mentores.
Nadie se ha preguntado, por ejemplo, cuál ha sido el aporte de Mauricio Mulder en la caída de la popularidad del régimen.
En opinión de este columnista, el “factor Mulder” ha sido devastadoramente decisivo. En las últimas semanas, este desaforado operador de la calle Alfonso Ugarte ha puesto a Montesinos como fuente de la verdad, ha reconocido que –violando la ley de bancarización- pagó al contado 18,000 soles a Canal 4 por la difusión del inmundo spot montesinista, no ha aclarado el enredo del Pnud apareciendo como facturador y se ha permitido acusar a la CGTP de estar implicada en un plan subversivo para “bolivianizar al Perú”.
Pocas veces se ha visto una densidad mayor de metidas de pata, cinismo profesional, sentimiento de impunidad y voluntad de provocación.
Para atenuar el asco producido por el uso de Montesinos, Mulder se ha preguntado: “Cuando Montesinos imputa a Fujimori el haber ordenado el asesinato de los estudiantes de La Cantuta, ¿eso es verdad o es mentira?”. Y en seguida argumenta que si creemos en esas palabras también deberíamos asumir como verdad lo que Montesinos dice sobre la presunta cobardía del Sutep durante la dictadura.
¿Qué torpezas estará adquiriendo Mulder para argumentar de esa manera? Porque, precisamente, lo que no dice Montesinos es que Fujimori ordenó matar a los estudiantes de La Cantuta. Como géiser de mentiras, Montesinos vocifera o susurra mendacidad sin pausa alguna. Por lo tanto, a Montesinos sólo podemos juzgarlo por los hechos que lo comprometen y por el cúmulo de indicios que lo sindican como el más sombrío asesor de la banda encabezada por Alberto Fujimori, banda a la cual se acercó Agustín Mantilla y a la que ahora se ha aproximado el secretario general del Apra ¡ante el silencio anuente de casi toda la gran prensa!
Pero el telón de fondo de las cifras en las encuestas es la subida anualizada del precio de los alimentos, que ya va por el 9,5%. Es cierto que en eso hay un componente exterior, pero es también cierto que todo sería más manejable si el gobierno hubiera puesto a la agricultura nacional entre sus prioridades. Por lo menos si la hubiera puesto al mismo nivel en el que se encuentra su explícita vocación pro chilena.
Y, por si acaso, al despedirse del puesto, el ex ministro de economía Luis Carranza ha admitido con todas sus letras: “Ahora tienes un contexto en el cual la inflación es una amenaza...”
Un mensaje nada cifrado en relación al gasto público mal hecho y a punto de desbocarse. Un gancho de derecha que nos remite al exterminio del Inti como moneda. Un recuerdo que ojalá no sea del futuro.
(*) Columnista. Tomado del diario La Primera, edición del día domingo 20 de julio de 2008.
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