Aquicito nomás. Levantamiento indígena
Por Roberto Ochoa B. (*)
¿Podrá el ministro de Medio Ambiente, Antonio Brack Egg, apagar el incendio provocado por el levantamiento indígena en toda la Amazonía peruana? ¿Los apus de las comunidades nativas selváticas aceptarán las promesas de un ministro que es descendiente de los inmigrantes tiroleses que colonizaron la selva central del Perú?
Brack pudo lidiar en Madre de Dios con las bandas de extractores ilegales de madera, con colonos campesinos y con dirigentes de mineros informales que han provocado una catástrofe ecológica en la zona.
Pero esta vez se trata de un levantamiento de comunidades nativas, de pueblos originarios, de los verdaderos dueños de la selva.
Ellos, los rebeldes, son los principales afectados por la extracción de petróleo y de gas natural. Son las víctimas directas de la incontrolable colonización de la selva. Son los nativos esclavizados por cocaleros, taladores y mineros.
Ellos, los rebeldes, son los olvidados de la tierra, los que no merecen el interés ni de los partidos políticos –y me refiero a todo el espectro ideológico local– ni de los potenciales candidatos (los nativos no son una cifra electoral de interés) ni de las centrales sindicales, o de los autoridades municipales y regionales , menos aún del Ejecutivo.
Ni qué decir de la mayoría de periódicos, agencias de noticias, canales de televisión o emisoras de radio que siguen creyendo que se trata de aisladas tomas de pozos petroleros o simples interrupciones de carreteras. Y que se niegan a reconocer la verdadera envergadura del primer levantamiento indígena en los que va del siglo XXI.
Sigo creyendo que la mediación del ministro Antonio Brack será insuficiente, e insisto en que la administración García no se percata de la gravedad de este levantamiento.
Los nativos tienen las cosas claras: respeto a sus tierras ancestrales y rechazo al paquete legislativo privatizador y reduccionista.
Y debemos escucharlos pues esta vez están dispuestos a todo. Y eso que se trata de una protesta pacífica.
(*) Columnista del diario La República. Tomado de la edición del día viernes 15 de agosto de 2008.
Por Roberto Ochoa B. (*)
¿Podrá el ministro de Medio Ambiente, Antonio Brack Egg, apagar el incendio provocado por el levantamiento indígena en toda la Amazonía peruana? ¿Los apus de las comunidades nativas selváticas aceptarán las promesas de un ministro que es descendiente de los inmigrantes tiroleses que colonizaron la selva central del Perú?
Brack pudo lidiar en Madre de Dios con las bandas de extractores ilegales de madera, con colonos campesinos y con dirigentes de mineros informales que han provocado una catástrofe ecológica en la zona.
Pero esta vez se trata de un levantamiento de comunidades nativas, de pueblos originarios, de los verdaderos dueños de la selva.
Ellos, los rebeldes, son los principales afectados por la extracción de petróleo y de gas natural. Son las víctimas directas de la incontrolable colonización de la selva. Son los nativos esclavizados por cocaleros, taladores y mineros.
Ellos, los rebeldes, son los olvidados de la tierra, los que no merecen el interés ni de los partidos políticos –y me refiero a todo el espectro ideológico local– ni de los potenciales candidatos (los nativos no son una cifra electoral de interés) ni de las centrales sindicales, o de los autoridades municipales y regionales , menos aún del Ejecutivo.
Ni qué decir de la mayoría de periódicos, agencias de noticias, canales de televisión o emisoras de radio que siguen creyendo que se trata de aisladas tomas de pozos petroleros o simples interrupciones de carreteras. Y que se niegan a reconocer la verdadera envergadura del primer levantamiento indígena en los que va del siglo XXI.
Sigo creyendo que la mediación del ministro Antonio Brack será insuficiente, e insisto en que la administración García no se percata de la gravedad de este levantamiento.
Los nativos tienen las cosas claras: respeto a sus tierras ancestrales y rechazo al paquete legislativo privatizador y reduccionista.
Y debemos escucharlos pues esta vez están dispuestos a todo. Y eso que se trata de una protesta pacífica.
(*) Columnista del diario La República. Tomado de la edición del día viernes 15 de agosto de 2008.
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